En nuestro país, en honor a la memoria de Domingo Faustino Sarmiento
(1811-1888), se celebra el 11 de setiembre el día del maestro.
Domingo Faustino Sarmiento fue una de las
personalidades más importantes de nuestra historia. Su figura despertó
admiración, resistencia y oposición desde las más diversas posiciones
políticas en su época e incluso posteriormente. Fue docente, periodista,
militar, estadista, promotor de avances científicos, político y
escritor. Como hombre de acción, soñó un rol protagónico para nuestro
país en el grupo de las grandes naciones del mundo.
Sus
primeros años
Nació en
San Juan, en el humilde barrio de Carrascal, el 15 de febrero de 1811. Su madre
se llamaba Paula Albarracín y su padre, José Clemente Sarmiento. En 1816, el
Congreso reunido en Tucumán declaraba la Independencia de las Provincias Unidas
y Domingo aprendía sus primeras letras en una de las Escuelas de la Patria,
creadas por dicho Congreso. En 1823, tras un frustrado intento para continuar
sus estudios secundarios en Buenos Aires, el joven comenzó a estudiar por su
cuenta. En 1826, a los 15 años ya trabajaba como maestro en una escuela rural
de la provincia de San Luis.
Fue un
activo militante político y reconocido unitario y esto lo llevó varias veces al
exilio, principalmente debido a su oposición a Juan Manuel de Rosas y al
caudillo riojano Facundo Quiroga. Esta definición política finalizó con su
exilio en Chile, en 1831, donde trabajó como docente, comerciante y minero.
Allí nació su hija Emilia Faustina, fruto de su relación con María Jesús del
Canto, alumna suya de la escuela de los Andes. En 1836 se enferma gravemente y
consigue el permiso para retornar a San Juan, pero luego, en 1840 participa en
una nueva rebelión contra el poder federal extendido por todo el territorio y
encabezado por el gobernador de Buenos Aires, Juan Manuel de Rosas y, luego de
ser derrotado, se vuelve a exiliar en Chile. Posteriormente el gobierno chileno
lo envía a Europa, en misión oficial, para estudiar los sistemas educativos
europeos con el fin de aplicarlos al mejoramiento de la educación en Chile. En
1848 regresa a Chile luego de un extenso recorrido por Europa, África y
América. Allí se casa con Benita Martínez, viuda de Castro, quien tiene un hijo
-Domingo Fidel- que Sarmiento adopta como propio. Al año siguiente publica "De
la Educación Popular" y "Viajes" en Europa, África y Estados
Unidos y en 1850, "Argirópolis", donde propone una confederación con
Uruguay y Paraguay con capital en la isla Martín García y, "Recuerdos de
Provincia". En 1851 regresa al país y se incorpora al ejército grande de
Urquiza -que finalmente vencería al de Rosas en Caseros, un año después- y
redacta los boletines de guerra. Pero una vez vencido el enemigo común, las
diferencias entre Sarmiento y Urquiza se hacen notorias y el sanjuanino vuelve
a desterrarse en Chile. Allí publica Campaña en el Ejército Grande Aliado de
Sud América en el que vuelca toda la información de los boletines de guerra.
Sarmiento,
Maestro
En 1842,
Sarmiento funda y dirige en Santiago de Chile en la proscripción, la primera
escuela normal que se conoció en América Latina. Años más tarde desde la
presidencia de la Nación envía al Congreso un mensaje redactado y firmado por
su ministro Avellaneda en el que expresa que "Las Provincias no tienen
maestros. La escuela requiere ante todo la presencia del maestro que es su alma
y de la que depende su decadencia o progreso". El propósito era
principalmente combatir la ignorancia, salvar a los pueblos de la barbarie y
para todo ello nada mejor que la creación de establecimientos oficiales para
formar maestros. Con la propagación de las escuelas normales, pudo resolverse
en gran parte el problema del analfabetismo. De aquellas escuelas normales
salieron las primeras generaciones de maestros, que mal pagados, pero con una
vocación enorme de hacer patria, recorrieron de punta a punta el país
inaugurando cátedras de civismo, ilustraron a grandes y a chicos y por sobre
todo enseñaron a cantar el Himno Nacional y sobre los ranchos y los humildes
locales escolares, enarbolaron la bandera de la patria.
Si bien
ejerció distintas profesiones, a Sarmiento se lo recuerda principalmente como
el principal impulsor del sistema educativo nacional. Siendo Presidente de la
Nación (1868-1874), la obra que desplegó en este sentido da bases para el
sitial de honor que tiene en las escuelas del país: multiplicó el número de
alumnos en las escuelas (la cifra de educandos pasó de 30 mil a 100 mil), creó
la primera institución dedicada a la formación de maestros (la Escuela Normal
de Paraná), promocionó la práctica de la lectura, a través de la Ley de
Bibliotecas Populares, que dio origen a 140 bibliotecas en todo el país, e
impulsó la creación de escuelas en todas las geografías de la nación. En 1875
es electo senador nacional por San Juan y director general de escuelas por la
provincia de Buenos Aires, cargos que abandona en 1879 tras su nombramiento
como Ministro del Interior de Avellaneda. Luego de su gestión presidencial
también abogó por la educación durante el gobierno de Julio A. Roca,
Superintendente de Escuelas del Consejo Nacional de Educación y publica El
Monitor de la Educación Común, pero en corto tiempo su apoyo a la educación
laica genera polémicas con miembros del Consejo, que lo obligan a renunciar a
su cargo. Finalmente, la sanción de la Ley 1420 de educación obligatoria, laica
y gratuita constituye un reflejo de su lucha.
En 1855,
luego de un intento de retorno fallido, se establece en Buenos Aires donde
publica Educación Común y es nombrado director del periódico "El
Nacional". Al año siguiente es nombrado miembro del Consejo Municipal y
asume como jefe del Departamento de Escuelas de Buenos Aires. En 1857 es electo
senador por el Estado de Buenos Aires y en 1860 el gobernador Bartolomé Mitre
lo designa Ministro de Gobierno y de Relaciones Exteriores. En agosto de ese
año, es diputado por la Capital a la Convención por la Reforma de la
Constitución Nacional, a la que se incorpora en septiembre. En 1861, con motivo
del fusilamiento en San Juan de su amigo Antonio Aberastain, renuncia al cargo
de Ministro de Gobierno y acompaña como auditor de guerra a Paunero en su
expedición militar al interior. En noviembre muere su madre y luego vuelve a
Cuyo de acuerdo con Mitre, para organizar los gobiernos adictos a los
vencedores de la batalla de Pavón. En 1862 es electo Gobernador de San Juan,
cargo que ejerce hasta 1864, cuando luego de vencer y hacer ejecutar a su
adversario Vicente "Chacho" Peñaloza, renuncia para asumir como
ministro plenipotenciario ante Chile, Perú y los Estados Unidos. Con ese
mandato, retoma sus viajes al exterior. En 1865 estalla la guerra de la Triple
Alianza (Argentina, Brasil y Uruguay) contra Paraguay y, durante su ausencia,
en la Batalla de Curupaytí, muere su hijo Dominguito.
Figura
descollante en nuestro devenir histórico, puede afirmarse sin lugar a dudas,
que el núcleo central de su pensamiento se encuentra en la generación de 1830,
con las diferencias que pueden existir entre un medio cultural del interior y
otro correspondiente a Buenos Aires, a lo que habría que agregar la tenacidad
de su esfuerzo autodidacta. Sin estas referencias casi obligadas, no podría
interpretarse la línea filosófico-positivista un tanto desdibujada, que entre
los años 1880 y 1920 se desarrolla en la cultura argentina. La comparación con
Alberdi es imposible de obviar. Sarmiento no tuvo una formación filosófica
académica, ni tampoco la ocasión de profundizar tratados sistemáticos. Sus
escritos, de una prosa muy personal, revelan una filosofía de vida, una visión del
mundo y del hombre, particularmente de América. Su pensamiento se va forjando
al compás de su existencia y de sus luchas apasionadas. Su marcada vocación
intelectual le permite aprovechar cuanto recurso tiene a mano. En el período
juvenil la religión cumple un rol importante; luego se inclinaría gradualmente
hacia el iluminismo. Rousseau lo impacta profundamente entre 1827 y 1829; la
lectura de Feijóo contribuye en el mismo sentido, pero lo que constituye el
detonante de su crisis existencial es el encuentro con Castro Barros y sus
denuestos ultramontanos. Cuanto autor iluminista cae en sus manos, es leído
ávidamente, devorado prácticamente por Sarmiento, el que pese a no haber
recibido enseñanza académica ideológica, es quizás superior a sus contemporáneos.
Las diferencias que se plasman entre un Sarmiento combativo, apasionado y
crítico por un lado y la mesura, el equilibrio y la diplomacia que queda de la
enseñanza de Alcorta por el otro, son abismales. La adhesión al romanticismo le
llega por intermedio de su amigo Quiroga Rosas. Sus ideas, al menos en sus
instancias centrales, son: visión dinámica y progresiva de la historia; fé
democrática; liberalismo religioso; primado de la acción sobre la teoría y la
educación como único resorte válido del progreso. La asimilación y comprensión
de autores iluministas se encuentra claramente planteada en Civilización y
Barbarie. La estadía en Chile, donde se encuentra con Andrés Bello, pensador influido
por Víctor Cousin, su polémica con Alberdi, sus viajes por Europa y E.E.U.U.
acentúan largamente la relación con la cultura angloamericana, teniendo entre
sus efectos más visibles una consustanciación muy particular con el darwinismo.
En 1880,
luego de ser electo el general Julio A. Roca como presidente de la Nación, se
le otorga el grado de general de división del Ejército Argentino.
De su
amplia labor como periodista, se destaca la creación del periódico El Zonda en
su San Juan natal, sus publicaciones en El Mercurio de Valparaíso y en el
Progreso de Santiago, sus agudas polémicas con Juan B. Alberdi y su defensa
pública de la educación desde el diario El Nacional de Buenos Aires. Visitó
además Estados Unidos y Europa, donde publicó obras literarias y conoció a
pedagogos y escritores. En 1881, como superintendente general de escuelas,
fundó la revista El Monitor de la Educación Común, referencia fundamental para
la educación argentina.
Como
estadista, Sarmiento fue Director del Departamento de Escuelas, Ministro de
Gobierno del Presidente Mitre y Gobernador de San Juan. Luego asumió la
Presidencia de la Nación, por el mandato 1868-1874. Más tarde, fue senador y
Ministro de Interior durante el gobierno de Nicolás Avellaneda.
Prolífico
escritor, sus obras completas suman 52 tomos. Entre ellas se destacan "Mi
defensa"; "Facundo", Vida de Juan Facundo Quiroga;
"Viajes", donde cuenta sus experiencias en el extranjero;
"Argirópolis"; "Recuerdos de Provincia", de corte
autobiográfico; "Campaña del Ejército Grande"; Vida de Dominguito,
que narra la vida de su hijo adoptivo muerto en Paraguay; "Conflictos y
armonías de las razas de América"; Educación popular", Método de
Lectura Gradual y Civilización y Barbarie. Las más importantes:
Facundo: Facundo, escrito en Chile, es una
apasionada denuncia contra la dictadura de Rosas a través de la biografía de
Juan Facundo Quiroga, Teniente gaucho de Rosas. El libro fue criticado por su
estilo errático y simplificaciones, pero ha sido nombrado como el libro más
importante producido en la América Española. Sarmiento mantuvo a lo largo de su
vida una constante atención a las repercusiones públicas y privadas de su libro.
Demandó opiniones críticas severas, y anticipó su disposición a escucharlas,
entre otros, a Carlos Tejedor, a Juan María Gutiérrez y a Valentín Alsina.
Nunca dejó de estimar las observaciones que le hicieron, pero Facundo fue para
él, a medida que crecían su prestigio y los embates adversos, una incitación
renovada. Más que intuirlo, sabía que allí estaban anticipadas las
proposiciones fundamentales de su pensamiento.
Recuerdos de Provincia: Cinco años después de la
aparición de Facundo, que fue un libro de combate , salió a la luz pública
"Recuerdos de Provincia "( 1850 ) , sin que nada hubiera modificado
las circunstancias políticas del desterrado frente al gobierno de Rosas. Por el
contrario, se agravaron en la víspera; y hubo una intensa presión diplomática
para obtener su silenciamiento. Diversas interpretaciones se tejieron en torno
al real contenido que sus páginas encierran. Para Leopoldo Lugones es el "
libro más sobrio y maduro, el mejor de Sarmiento literariamente hablando".
Desde ángulos distintos, han coincidido en destacar la finalidad política sus
dos biógrafos más importantes de los últimos años: Ricardo Rojas y Allison
Williams Banckley. "Si leemos Recuerdos de Provincia - afirma Rojas,
teniendo en cuenta las circunstancias históricas y las intenciones políticas
con que su autor las escribió, tal libro requiere una nueva valoración. No es
obra de mera recreación estética; es un ariete más del arsenal polémico. Los
tres capítulos más difundidos - " "La historia de mi madre" ;
"El hogar paterno " y "Mi educación" , cargados de emoción
humana - han hecho olvidar otros : la evocación de San Juan con sus figuras
coloniales ; los retratos magistrales de próceres de la revolución de
democrática ; la guerra civil en que Sarmiento participa con valentía ; y el
advenimiento de la tiranía de Rosas , "a quien escarnece en las veinte
páginas sobre don Domingo de Oro " .El escritor norteamericano , por su
parte , atribuye al libro un triple propósito : la censura al gobierno
personalista de los caudillos ; oponer a la tiranía las reformas positivas que
el autor venía proponiendo en otros escritos ; y ante todo , "limpiar el
buen nombre " del prócer, ante el pueblo de su propio país : "si
Rosas iba a caer , y algún día tenía que caer , Sarmiento deseaba tener ante sí
mismo y ante la población de la Argentina no sólo un programa objetivo sino
también una imagen subjetiva de sí mismo favorable". Recuerdos de
Provincia traspuso el ámbito individual y se internó en la historia del suelo
natal , que es apenas un trozo, una parte , de una realidad mayor; pero, en ese
territorio , en los hombres evocados, tenían vigencia austera los ideales con
que las comunidades fundadoras habían abrazado la Revolución de Mayo de 1810.
En 1868
es electo Presidente de la República tras la candidatura propuesta por el
general Lucio V. Mansilla. Se entera de su nombramiento durante el viaje de
regreso a Buenos Aires desde Estados Unidos, donde la Universidad de Michigan
le había otorgado el título de doctor honoris causa. Durante su presidencia
realizó el primer censo demográfico nacional que dio un total de 1,736.701
habitantes, de los cuales el setenta por ciento era analfabeto y el setenta y
cinco por ciento de las familias vivía en la pobreza. A partir de estos datos,
Sarmiento se ocupó de fomentar la educación, ya que sostenía que el acceso
igualitario a la misma era lo único que garantizaría el progreso del país. Se
fundaron alrededor de 800 escuelas, lo que permitió que cien mil niños
estuvieran cursando sus estudios hacia el final de su mandato. Impulsó la fundación
de bibliotecas, para la formación continua de las personas y contrató
profesores extranjeros que aportaron modernas teorías educativas. También
impulsó la extensión de las redes ferroviarias, se tendieron 5000 km. de líneas
telegráficas, se modernizó el sistema de correos y se inauguró en cable
transoceánico, que permitió la comunicación inmediata con Europa. Creó el Banco
Nacional, fundó la Escuela Naval y la Academia de Ciencias de Córdoba. La
ciudad de Buenos Aires le debe los bosques de Palermo, el Jardín Zoológico y el
Jardín Botánico, en los terrenos que habían pertenecido a Juan Manuel de Rosas.
Tuvo problemas serios que resolver y enemigos que enfrentar: en 1871, se desató una terrible epidemia de fiebre amarilla en Buenos Aires, por la que en cuatro meses murieron 14.000 personas y debieron cerrarse las escuelas, las iglesias y las oficinas públicas. Esta alta mortandad obligó a las autoridades a inaugurar el cementerio de la Chacarita. En 1873, una noche, cuando Sarmiento iba al teatro en un carruaje, los hermanos Guerri dispararon sus armas de fuego para matarlo. No sólo fracasó el atentado, sino que Sarmiento no lo supo en el momento ya que la sordera que sufría le impidió que escuchara los disparos. Ya sobre el final de su presidencia, apoyó la candidatura de Nicolás Avellaneda, su ministro de Instrucción Pública, quien asumió en 1874.
Tuvo problemas serios que resolver y enemigos que enfrentar: en 1871, se desató una terrible epidemia de fiebre amarilla en Buenos Aires, por la que en cuatro meses murieron 14.000 personas y debieron cerrarse las escuelas, las iglesias y las oficinas públicas. Esta alta mortandad obligó a las autoridades a inaugurar el cementerio de la Chacarita. En 1873, una noche, cuando Sarmiento iba al teatro en un carruaje, los hermanos Guerri dispararon sus armas de fuego para matarlo. No sólo fracasó el atentado, sino que Sarmiento no lo supo en el momento ya que la sordera que sufría le impidió que escuchara los disparos. Ya sobre el final de su presidencia, apoyó la candidatura de Nicolás Avellaneda, su ministro de Instrucción Pública, quien asumió en 1874.
Tan
importante como poco conocida, es su faceta como promotor de la ciencia,
divulgador y practicante de actividades científicas. Sarmiento comprendía que
el conocimiento debía democratizarse y se muestra como un impulsor de la idea
de la divulgación científico-técnica como herramienta para superar el atraso. A
propósito, dirá: "Para la producción de un país no basta que media docena de
personas aventajadas conozcan y practiquen los mejores sistemas de labores. Sus
productos, por grandes que sean, no alterarán la cifra general de la
producción". En un país donde no existía una tradición científica,
Sarmiento importó "cerebros" para que sirvieran de basamentos de una
ciencia nacional. Así, por ejemplo, llegaron al país el naturalista Germán
Burmeister y el astrónomo norteamericano Benjamin Arpthorp Gould. Pero eso no
le bastó y recuperó para la memoria nacional la obra de científicos como
Francisco Muñiz (en el libro Vida y escritos del Coronel Dr. Francisco Javier
Muñiz), terció a favor de Ameghino en sus disputas con Burmeister y abrazó con
pasión la tarea de divulgar la teoría de la evolución propugnada por Darwin.
En 1887
se traslada a Asunción del Paraguay en busca de un clima más favorable para su
salud quebrantada. Allí se radica al año siguiente junto a su hija y su nieta.
Muere en esa ciudad, el 11 de septiembre de 1888, pocos días después de un
ataque cardíaco, a los 77 años.
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